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Los duelos... duelen

  • psicjosedejesus
  • 4 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Y no se puede evitar que duela.

Ciertamente pensar (o darme cuenta) de que voy hacia algo mejor que aquello que deje, es muchas veces un excelente premio de consolación, una pequeña alegría que compensa el dolor que causa la perdida. Pero atención:


COMPENSA pero no EVITA

APLACA pero no CANCELA

ANIMA a seguir pero no ANULA el dolor


Hay un duelo por delante de la vida de todo aquel que sufre una perdida, que atraviesa un cambio, que deja una realidad para entrar a otra. Sin embargo hay un duelo... una experiencia dramática que es parte inevitable de la vida y la posibilidad de pasar por ella aumenta a medida que pasa el tiempo. El riesgo de vivir un duelo por alguien querido crece con mi propio envejecer y con mi propio riego vital.


La muerte de un ser querido, cualquiera que sea el vinculo, es la experiencia mas dolorosa por la que puede pasar una persona.

Toda la vida, en su conjunto, duele. Nos duele el cuerpo. Nos duele la identidad y el pensamiento. Nos duela la sociedad y la relación con ella. Nos duele el dolor de la familia y los amigos. Nos duele el corazón y nos duele el alma.

En esta perdida, como en ninguna otra situación el dolor atraviesa el tiempo.


Duele el pasado,

duele el presente

y especialmente duele el futuro.


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Frente al desgarro que significa la ausencia, pareciera que solamente el regreso del ser amado podría significar "un verdadero consuelo", y darse cuenta que eso es imposible suma la impotencia absoluta al dolor de la ausencia.


Pareciera que la sociedad siempre subestima la experiencia dolorosa y discapacitante del duelo. Que un individuo en duelo debe ocuparse justo en ese momento en demostrar que es sano y normal y por ello, según el juicio popular, esforzarse en superar la perdida con rapidez y sin ayuda de ningún tipo.


No hay ninguna duda de que las herramientas mas útiles en estos momentos son un abrazo cariñoso, la posibilidad de compartir nuestra historia, el llanto acompañado, el hombro firme dispuesto a recibir nuestra cabeza cansada y el oído amoroso atento a nuestra necesidad de hablar...

 
 
 

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